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domingo, 5 de agosto de 2018

Mitos de cienos y plumas de ángel



Querubín: háblame de la guerra de los ángeles, con sus estandartes surcando el cielo, con sus trompetas doradas haciendo resonar el trueno, y sobre sus carros alados atravesando nubes de tormenta como rayos de fuego. 

Serafín: pero… ¿Me preguntas por la historia de los vencedores o por las simas de sus mitos? 

Querubín: ¡por las simas, por las simas...!


Serafín: ¡Pues bien! Has de saber que, siguen gobernando los de siempre, siguen sangrando los de siempre, y continúan conspirando los que conspiran desde siempre. 

Querubín: pero… ¿Algo tuvo que cambiar? ¿No? 

Serafín: pues claro angelito, pues claro que cambió algo. Aunque en aquel tiempo muchos lo perdieron todo, todo eso ahora es nuestro, mientras ondean nuestros estandartes entre los caprichos del viento, realzando los baluartes de esta nueva era angelical

Querubín: pero… 

Serafín: ¡Basta ya! Ya no hay tiempo para peros. Dejémonos de tanta charla y a trabajar chiquillo que, a tus nueve años lo del deber no es cuento 

Querubín: pero todavía no he comido 

Serafín: ni comerás hoy, por charlatán. Mañana, ya veremos. Todavía te quedan cincuenta letras para pagar tus nuevas alas de seda, sesenta y cinco para pagarte los estudios sobre la nueva era, y ciento cincuenta y cuatro, para llegar a ser un angelito de primera, con tu brazalete dorado, adoptando posturas y maneras de raza, para poder bailarle al ajenjo todos los folclores masturbados, los no extirpados, pisando fuerte sobre lo extraño de las bestias infames, rindiendo ofrenda al arcángel venerado, y gritándoles desde el quicio de nuestra nueva era, lo recto que es el camino hacia sus nuevos campos de concentración.

Querubín: qué lindo es servir en esta nueva era ¿Podré acudir a la sesión de lapidación? 

Serafín: ¡No! La sesión junior, sólo se ejecuta los jueves.




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