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jueves, 19 de diciembre de 2024

Los mimos de la angustia



Despertado
que no despierto,
en una mañana de corrales sin gallo,
una de esas,
de fichajes del rosario,
de cambios de turno preferentes,
de encontrarse frente a un superintendente,
el oligarca de los cargos intermedios,
plantado frente al supermercado del ascenso,
asiendo en sus manos
un quintal de tetrabriks de caldo de pollo,
de verduras y de carne arrancada a bocados,
con sus tiras musculares masticadas,
a la zozobra
por unas calles sin nombre

Caducos cuencos
de consumos sin cazo
estiran sus ecos
hacia unos escalones sin pisos

Una vieja
institucionalizada,
de pensión precipitada,
grita desde el desquicio de una ventana
hacia la policía improvisada del siniestro

Sabe a poco lo caduco de estas fechas,
Pero más los mimos
de la angustia de lo ciego

Cuando estás solo
frente a un supermercado,
con comida tirada por el suelo,
con tus hijos comiendo pan con sueño,
y al día siguiente,
un contenedor de basura con candado
frente a la misma vieja sonriente
coreando la banda sonora Holocausto,
y una chapa reluciente en la solapa 
rezando a la angustia del buscado

"ciudadanos policías, somos todos"
 
 


martes, 17 de diciembre de 2024

Un brindis al Sol

 

 

Mellados modos de celebración

con las copas alzadas,

descascarilladas

por el sino de la desdicha,

desdibujando la mueca  triste de nuestras caras,

permitiéndonos con orgullo

dar dos pasos al frente,

proponiendo un brindis al Sol:

 

"por esas batallas oscuras

que nunca saldrán en los libros de historia,

por los héroes invisibles

a los que nunca se les darán las gracias,

por la perseverancia resuelta

que se enraíza en el atrio de los justos,

por la sombra de Batman

salvándonos de nuestros sustos"

 

                                               (Dedicado a Estanis)



jueves, 14 de noviembre de 2024

Alboroto de domingo




Preguntas que ¿Qué hago este domingo?
 
Pues puesta de largo
de la sociedad en mí
 
Voz en grito,
clamando al alboroto de los domingos.
 
Sintiendo miedo,
como con una película del diablo,
que me pone,
que me asusta,
que me hace dormir con la luz encendida,
desnuda…,
porque,
excepto la ropa,
lo que no me quita es el subidón.
 
Desquicio en el precipicio propio
de un no querer hacer,
enculturizado,
roto por las carreras,
por los jirones en cruz de lo esperado
 
Cardenales de suplicios sociales,
natulalizados
en los pasillos de lo propio,
mientras se gritan saludos al Sol.
 
Germen de cambios,
germinado en el nudo del comienzo,
en el monedero del saqueo,
en las iglesias del abecedario con sangre,
herida con el rejón del adularte,
hasta hacerme sangrar
por la culpa de la sociedad en mi.