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miércoles, 14 de mayo de 2025

El año que viene, si estoy vivo



Huérfanos de revoluciones,
de jardines de flores,
de tapices de futuros posibles
tejidos con pasados imposibles,
despuntando primaveras presentes
con pétalos de justicias sociales
y aroma de humanidad.
 
"El año que viene,
si estoy vivo,
plantaré alegrías,
para que las arranque alguien, si me voy" 



                                             Dedicado a José Mújica

 
 
 

lunes, 12 de mayo de 2025

El himno de lo mudo

 

"Orgullo de pertenencia a grupo, reprogramando individualidades" 

Ser muchos más que uno,
adornado con solapines relucientes,
con estandartes
exaltando la nobleza de un símbolo,
la revolucionaria esencia de ser borg por un segundo,
descalzo sobre el pedúnculo de los fragmentados,
un soldado termita
apostado en la entrada al nido,
embriagado
por el trajín de lo genérico de la adscripción,
idolatrando la soberbia de lo grande,
anulando la conciencia de lo poco,
pasando por alto lo irrepetible de una vida,
lo singular
enmudecido
como el silencio de un secreto,
alimentado por la egolatría


"Si me dices ven, lo digo todo"
 
susurra el confidente
ávido de buena estopa,
 
cantando como los ruiseñores
entre empeine y nudillo,
entre nudo y escoba,
enseñando a la autoridad impuesta,
el imprudente secreto del inerte arrojo
.
 
El ser muchos,
diseminado en el patio de las congojas
sobre un suelo frio y mojado,
en un mar de unos sin ceros,
de caracolas sin ecos,
carente
de los solapines brillantes del comienzo
 
"Soy como una piedra silvestre,
a la que si le das patadas se mueve".
 
Memoria atípica de soltar lo pertinente,
de dejarlo ir,
sin miedo,
y si no,
permanecer en el suelo inerte,
babeando,
decantando asperezas
sobre el agujero de lo mudo,
hasta hacerlo himno de la entrega,
del volver a ser uno,
callado,
sin solapines
sin estandartes
sin ecos
ni caracolas,
ahogado entre los ceros
de los finales,
que siempre terminan
con la superchería,
rezando por volver,
pero irse solo,
sola,
pin,
res
0



 
 

jueves, 19 de diciembre de 2024

Los mimos de la angustia



Despertado
que no despierto,
en una mañana de corrales sin gallo,
una de esas,
de fichajes del rosario,
de cambios de turno preferentes,
de encontrarse frente a un superintendente,
el oligarca de los cargos intermedios,
plantado frente al supermercado del ascenso,
asiendo en sus manos
un quintal de tetrabriks de caldo de pollo,
de verduras y de carne arrancada a bocados,
con sus tiras musculares masticadas,
a la zozobra
por unas calles sin nombre

Caducos cuencos
de consumos sin cazo
estiran sus ecos
hacia unos escalones sin pisos

Una vieja
institucionalizada,
de pensión precipitada,
grita desde el desquicio de una ventana
hacia la policía improvisada del siniestro

Sabe a poco lo caduco de estas fechas,
Pero más los mimos
de la angustia de lo ciego

Cuando estás solo
frente a un supermercado,
con comida tirada por el suelo,
con tus hijos comiendo pan con sueño,
y al día siguiente,
un contenedor de basura con candado
frente a la misma vieja sonriente
coreando la banda sonora Holocausto,
y una chapa reluciente en la solapa 
rezando a la angustia del buscado

"ciudadanos policías, somos todos"