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domingo, 23 de febrero de 2014

Para normal... II


Esperar,
y rezar

Rezar de vez en vez,
atragantándose 
con los himnos de los buenos salmos

Una vez ensalado y sin entrañas,
aliñando
entre babas y tegumentos segmentados,
morando en el bisel
de una sección fina bien cortada,
sobre el cristal esmerilado
de una lámina delgada bien tintada,
analizada,
por cualquier microscopio embargado
de cualquier hospital sin tiritas,
añorando
convaleciente
las risas de sus enfermeras salpicadas,
los colédocos sin pústulas
de sus médicos ausentes,
rescindidos
casi todos
antes de poder despedirse de sus pacientes

Sumergido ahora
en el vacío de una piscina sin éter,
flotando la sin vergüenza
de la sátira de los precipicios

Postulando,
por la horadada ciencia de los sepelios baratos,
por las cronicidades ausentes
y por los viejitos desahuciados
en la eterna sencillez de sus singularidades

Relinchando dudas,
desprendiendo mudas de desinterés,
entre los surcos de nuestras extinciones en casa

Grajeados hasta las grageas,
pildorizados hasta las mareas,
continuando con la búsqueda
de nuestro esperma colilargo,
de su supurada lefa,
frisando
de tarde en tarde,
por el por qué
de nuestras listas de espera

Brindando
todos juntos:
por la posología de los sismos,
por la eyaculación retrógrada y anterógrada,
por la erección del cobijo de un diagnóstico,
por el parkinsonismo biperidenimizado,
atragantados
hasta el edema de glotis,
y porque...
los recetarios austeros de nuestras dosis,
sigan siendo
el postre
de nuestras mesas












viernes, 21 de febrero de 2014

Para normal... I


Zozobrar
a la polémica mercantilización
de una reinventada anormalidad,
descendiendo lentamente
desde la fisiología del ser prudente
hasta la amortización de una patente

Cotizar cirrosis al alza
para reducir la crisis de los mermados,
adoptando
poco a poco,
la silueta de un interrogante sin pregunta
por el desuso de su duda

Posologías de dependencia tayloriana,
ofertadas
entre entrecortadas rayas
de harina de broncoespasmo

Snifadas rifas,
rifadas,
premiadas y deseadas,
por cualquier cieguito cojo y desgarbado,
que ebrio por su postularidad
grite al mundo
el tropel de sus posologías

Conjuros liminales
que podrían leerse del revés
sobre el cupón de la mala suerte,
por no acertar ni a la de tres
el numero de la buena muerte,
aspirando a dar cabida
el arrastrar su austera vida,
por el escabroso entuerto de los etiquetados