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martes, 17 de julio de 2012

Esto es Patraña, País Popular



Ensimismado,
esputo llamas
Hoy no puedo escribir,
por el desconsuelo de los edulcorados telediarios,
por la vergonzosa absolución de nuestros corruptos,
por el fascismo de nuestras vergüenzas perennes,
erigido como monumento patrio al sometimiento humano,
porque aquí
todo son mentiras,
porque aquí
todo son patrañas,
porque aquí
no hay vergüenza,
porque hoy
esto es Patraña,
País Popular





sábado, 14 de julio de 2012

Miótico migrar

Descamando uniformados mendigos de almas,
busco sosiego en el regazo de unos santos ladrones de votos,
desde el sincrético migrar de los apátridas sin dios,
de los sin hogar y de los sin rumbo,
de los que van a la deriva
en esta marea de los mermados,
con nuestros valores agazapados
en el oscuro ángulo
de la tasación
de nuestras vidas


Perplejo,
por el miótico migrar de nuestras condenas,
contemplo
la disgregación de mis múltiples identidades sociales,
sumido
en el confusional embargo de los ideales,
desde la licuescencia que corrompe nuestros principios morales,
para finalmente asistir
a una diestra réplica de los sin sentidos,
mientras se justifica desde los castaños de la soberbia
la retrógrada lucha de clases,
en andrógina fornicación entre cánidos salvajes,
desde las falanges de nuestras pesadillas


Cianótico,
en la amoral cuna de nuestras banderas,
ondeadas por los espantos
de nuestros moribundos sociales
y de los que ya han muerto

en el trasiego

Consternado
por todo lo que se está perdiendo
y por lo que se ha perdido,
en este asimétrico zurcir
de las degeneraciones

Desde este presente
que me resulta extraño,
como prestado a la sinrazón
de los que alardean de vocación de servicio público,
desde unos ojerosos telediarios
que huelen a NODO

Algo cansado,
contemplo el ocaso de esta tarde de verano,
y a los mullidos gorrioncillos dando saltitos por los parques
y a esos jóvenes enamorados

saliendo de tarde en tarde
de garrafón

Suspiro
desde un lamento jubilado,
al ver
aquellos negros adoquines encajados
en algunas de nuestras antiguas calles

Pétreos testimonios
de la sangre, sudor y lagrimas
que marcaron el 36

Ahora,
acariciados
por las tangenciales iridiscencias de nuestras luces,
cobran vida,
palpitan,
desde la urdimbre de este nuevo arrancar raíces,
de dejar claro una vez más,
que no queremos gallinas cluecas,
ni gallos de pelea,
en los nidos de nuestras penas,
en los castaños de nuestras voluntades pasajeras,
que hacen mejor función dentro de una olla,
cociendo a fuego lento
y sin cabeza