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jueves, 21 de febrero de 2013

Revoluciones pixeladas

Hacer
o dejar de hacer
Dejar de hacer y de responder a la injusticia,
a la necesidad vital de llorar acompañados,
mientras miramos para otro lado,
porque todo el mundo lo hace
o porque todo el mundo no lo hace

Desafectado actuar
del dejarse llevar por la corriente,
cayendo en el letargo ciego de no ser consciente
de que los inventados ritos que sostienen nuestros cetros,
de que los afrancesados malestares que moldean nuestros tronos,
de que las pantomimas que besan sin pasión pero con lengua
los bastones de mando que sostienen los pilares de nuestras ciudades,
forman parte del opio amalgamado entre lo cotidiano,
de ese malestar acostumbrado que cercena nuestras voluntades,
que abotarga el espíritu crítico de nuestras luces
aguando el cuajo viejo y reposado,
desterrando la esperanza del corral de los posibles,
uniformando gente anónima en la antesala de los héroes,
de los corderos deslomados en el frente,
en el frente de los muertos asesinados diariamente,
cada día,
inmolados,
quemados a lo bonzo,
defenestrados,
en el frente de las glorias marchitas
entre lentejuelas y salvas de hipocresía política,
entre las luminosas y enérgicas repulsas
del pedante político de turno,
corrupto y elegante investigado
de porte noble y bien asesorado
que termina como siempre indultado
por devolver todo el dinero robado,
o por no haber sido ni imputado
por los olvidos legislativos que anegan nuestras fosas comunes
en el preludio de esta neocolonización mundial,
colonización del mundo físico y virtual
colonización de nuestra condición binaria y animal
en esta nueva estandarización global
que supura revoluciones pixeladas
de coraje y desesperación



jueves, 7 de febrero de 2013

Sentidamente


Desde aquí,
aunque sigo sin saber de ti
te siento,
y realmente lo siento

Siento tu dolor
y tu ilusión
si toca

Siento tu ausencia incrustada entre mis sorpresas,
el sentir de los esfuerzos por fluir contracorriente,
por sobrevivir a los desgarros del sentido tiento
que dibuja esperanzas entre nuestros olvidos humanos,
y también entre los inhumanos,
inhumanos esfuerzos por dar sentido
al presunto sinsentido de lo cotidiano,
y al desamor,
y al amor que nos salva siempre
antes de sucumbir a nosotros mismos,
aunque no siempre
nos sentimos a tiempo

Siento tus caricias pinceladas,
y tus bofetadas amagadas
entre los renglones torcidos
que moderan los estornudos de mi devenir

Siento tantas cosas,
tantas,
que incluso siento no ser lo que esperabas,
porque sólo soy lo que soy,
una sentida sombra,
constreñida por el desquicio de los sinsentido
y por la supuración de la placa madrepórica de sus espinas

Asido a las rocas de un fondo turbado
por la corriente turbidítica de un presente
que se me antoja pasado,
con una corona de radiolas inquietas
que intentan desesperadamente palpar algo,
palpar a alguien,
sentir un aliento de consuelo en el cogote,
un saludo silenciado entre el romper de las olas,
entre el quebrar de miles de cascarones desahuciados
lamentando ser ahogados
por un corrupto ruido de fondo
que se antoja tradición,
por el sinsentido pantanoso
que reverbera en las playas de nuestros lagos,
y por lo empalagoso de nuestros halagos

Siento no poderte dar las gracias cada día,
por tantas y tantas cosas encontradas,
perfiladas y sentidas,
sufridas y fluidas por la desesperación
por seguir vivos,
por luchar el día a día
en busca de un sentido
que nos permita soportar cualquier como,
y sino
luchar por el,
luchar hasta dejarnos las uñas en las paredes
por el proyecto de nuestras vidas,
por la libertad violada,
por la tradición mutada,
entre las bambalinas de nuestra disfunción eréctil

Por todas esas sentidas veces,
gracias Sarco