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lunes, 31 de diciembre de 2012

Un fin de año diferente II


Empachado de clavos y herrumbres,
despacho este 2012,
con sus fiestas de guirnaldas y pan duro,
sin degollados,
sin ahorcados,
sin gatitos torturados en sus siete vidas,
y sin ninguna pesadilla de desintegración cósmica,
que cuestione de alguna forma
la antimateria que se avecina

De rodillas
frente al denostado muro de los esperpentos,
expiando mi pecado por ser divergente,
expiando el pronto que me pierde siempre,
que no toma forma alguna
de otra forma,
más que sangrando mis entrañas entre los surcos del progreso,
de este neoliberalismo inmoral,
de este neoesclavismo sagital,
siempre al servicio del capitalismo,
que mata gente,
que tortura gente,
que estigmatiza gente,
por ser sólo gente,
y porque sus almas van al cielo,
dejando este valle de lágrimas
para el goce de sus huesos,
reciclados en filas de a uno,
encalándoles sus templos
y sus casas con piscina

Brindo por este fin de año de miserias
y por el negro sismo que se acerca,
sin ondas longitudinales,
sin ondas transversales,
sin ondas superficiales,
con el mismo hipocentro en su epicentro,
tan letal y como antinatural,
construido a imagen y semejanza
del divino fascismo de nuestro circo mediático,
desterrando toda la historia del mundo contemporáneo
de la formación obligatoria del bachillerato

¿Para que saber lo que hizo Hitler?
¿Para qué saber sobre la Revolución francesa?

La misma lobotomeducación que relega al ostracismo
a toda la historia de la filosofía,
esa cosa del pensar
que solo puede derivar
hacia el libre pensamiento,
hacia el único cáncer que puede contaminar este nuevo comienzo
porque parece ser que sólo hay una forma correcta de hacer las cosas,
porque parece ser que sólo hay una verdad racional que gobierna el mundo,
porque el Medievo retorna a los telediarios
con sus caperuzas,
quema de brujas
y antorchas

Construyamos botarates que chupen piruletas
Construyamos subyugados que no nos jodan la fiesta,
que no piensen más,
que sólo amen a su bandera,
y a su díos,
y sino
que mueran
sutilmente,
desamparados,
sin sanidad pública,
sin recursos sociales,

afligidos en su desatendida agonía ,
donando sus cuerpos a la ciencia,
entregando sus órganos para trasplantes,
o siendo procesados
en nuestras privadas plantas de reciclaje
que algunos llamaban hospitales

Esta noche tañerán las doce campanadas,
campanadas que también tocarán a difuntos
entre las doce uvas de la suerte
y tantos y tantos rituales mágicos
que intentarán cambiar el presente,
saciándonos con vehemencia
con un buen puchero caliente,
olvidando seguramente
que las adversidades
se sirven frías
y sin techo

Celebraremos este fin de año
con crujiente de rata en la mesa,
porque gatitos ya no quedan
en esta piel de vaca muerta,
en esta mula sin cabeza
que sólo se alimenta de símbolos,
que revienta los ojos que lloran en sus calles,
que tortura a inmigrantes en las camiserías,
a desamparados,
a estigmatizados,
a indignados

Brindo en estas fiestas señaladas a fuego
por un nuevo año sin torturas espaciales
impunes por decreto
Por el fin de los desahucios de madres y padres,
niños y viejos,
anónimos todos ellos,
borrados de los telediarios de una televisión pública
que ahora es impúdica
Exacerbando su desgracia en una televisión privada
que siempre ha sido telecirco,
mientras celebramos los goles de Messi,

estupefactos por la filosofía de Ronaldo
o por la de la princesa del pueblo
que gana más que un arquitecto,
o que un médico,
o que un ingeniero,
o que cualquiera que produzca algo más que escarnio
en esa inerte visceralidad pública
en la sobre mesa del hambre,
con un cafecito y un puro
o un chute de heroína

Feliz 2013




sábado, 29 de diciembre de 2012

Midriático descenso


Dirijo mi descentrado sentir
hacia un destino oscuro y anónimo,
días después del anunciado fin del mundo

Apostando por el impreciso limbo
del estar dentro o fuera del troquel,
emocionalmente,
personalmente,
superponiendo mi álter ego
al avatar de mi identidades dispersas

Arriesgando mi atávico desandar
con el funambulismo entre el perder o morir en el intento,
eligiendo siempre el canto mellado de esa moneda extraña,
que gira y gira
indecisa
entre su cara y su cruz

Contemplo desde una consolidada incerteza,
mi midriático descenso turbulento
decantándome hacia el valle de los párpados mojados,
inundado de sed y de sal,
proyectando penumbras fluctuantes
entre los posos de la purpúrea belladona

macerada en el fondo de mi cuenco

Con la apagada bruma de mis insensatos aspavientos
dirijo mis monólogos hacia el espejo,
un espejo sin reflejo

Perdido
cual abandonado infante entre el tumulto,
pretendiendo abrir su sombra al mundo,

muestro mis esbozos
con mis pocas artes,
los trazos de esa sombra oscura,
poco estandarizada,
quizás no esperada?

o quizás si?

Un simple descenso de tropiezos,
de nostalgias arrancadas,
de mitos caídos sobre contiendas pasadas

de un desaprender
que cristaliza entre un volver a andar
y un darlo todo por perdido

Bloqueado por una estupefacción
que algunos hemoglobinan sin tregua,
algunos otros en suicidio
y otros
en esa divagación instintiva

que les lleva a huir,
física o mentalmente,
a huir de ese pasado presente
incinerado para siempre

Pero algunos otros,
implosionamos hacia nuestro centro
desde el sarcasmo taciturno
que fermenta en nuestras noches de insomnio,
entre el humo blanco que discurre por el techo,
hasta llegar a la introspección
mirando la carta de ajuste,
sopesando las alternativas al programa
que nos decora la sesera
y da sentido a nuestro hacer

Permíteme,
mi amigo,
mi compañero casual,

mi amado poeta,
decir lo que me venga en gana,
lo que me salga del pedúnculo de mi sarna,
porque no hay mañana sin presente
y yo me reconstruyo ahora,
desde mi imprecisión,
desde mis inconsistencias descosidas,
desde ese querer y no poder
que no me importa nada,
porque nunca pretendí nada más
que poder eructar mis indigestiones,
para seguir vivo
un día más






miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ciborglobalizados


Globalizados,
nos suicidamos culturalmente
en virtud de la homogenización oportunista
que sólo busca la mercantilización de nuestras almas,
de nuestros cuerpos
y de nuestras cosmovisiones,
hasta llegar a su propia autofagocitación,
mediante la regresión objetivista
que configura lo que se ha llegado a denominar progreso,
mientras nosotros
articulamos nuevos modelos de comprensión
en el anárquico sincretismo del día a día,
mutando con cada amanecer,
con la intertransformación de lo onírico de nuestras irrefutabilidades,
con nuestras percepciones a través de los sentidos,
redefiniéndonos cada día,
redefiniendo esa realidad presuntamente inmutable y eterna,
pero falsa como Judas,
desde la que se nos intenta configurar
como unos sumisos
ciborglobalizados


(Comentario modificado en respuesta a: "13 Baktun" en Pluma Roja)
- Dedicado a Pluma Roja -




martes, 25 de diciembre de 2012

Unas Navidades diferentes


Imágenes confusas golpean mi mente
Mis padres
Mis profesores
Otra vez mis padres,
Siempre ellos,
reprendiéndome sin tregua
... y aquellos casposos policías...
¡Pero si sólo era un gato!
¡Un maldito gato disfrazado de Santa Claus!
... y tampoco colgó del puente mucho tiempo

¡Exagerados!
No creo que se enfadasen por manchar el limpiaparabrisas del puñetero camión,
y es que ni tan siquiera le rompió el cristal

Decidido,
pese a lo que dijeron mis padres
con aquellos sus últimos consejos,
entre los rosados borbotones de sus pechos
y toda aquella espuma blanca y sangre repulsiva
... lo he hecho

¡Malnacidos coléricos!
Mirándome siempre fijamente,
desde aquellas sillitas de mimbre viejo,
carcomidas por el tiempo,
y mohosas por sus ásperas incontinencias,
y por las visitas del abuelo
¡Qué asco!

Descompuesto,
por aquellas dos miradas descentradas,
por aquellas caritas blancas desencajadas
Alejados de toda doctrina del saber estar,
del buen hacer acompañados
en familia
Como toca unas navidades cualquiera
Calladitos y quietecitos,
desde su rincón autorizado,
confinados en su habitación
desde hace un año

Todavía aturdido,
desde el cobijo de mis lagunas temporales
exacerbadas tras mi última compulsión,
recuerdo vagamente sus viscerales despedidas
y aquellos fragmentados abrazos

¡No entiendo por qué me gritaban los jodidos!
... pero si yo...
... los...
¡Los alimentaba todos los días!
¡Malditos bastardos!

Yo les daba sus caramelitos de menta,
porque les gustaban,
y les compraba sus yogures desnatados,
los mismos que compraba mi madre
antes de encerrarla,
antes de encerrarlos a los dos,
por pesados...
...y este puto invierno que no llega
¡Que no acaba de llegar nunca!

Esta noche
me siento algo cansado,
abrumado por el satinado brillo de este curvo filo serrado,
por este presente soñado que me ha traído Santa Claus

Un Salta Claus colgado
¡Je, je,...!
Desde el puente de los progresos sociales,
de los olvidos encomiables
de la normalidad

Adormecido
por el divino silencio que me embarga,
que me acoge goloso
tras el ritual de paso de una adolescencia abandonada,
por la anormalidad estigmatizada,
dejada a su suerte por el bien común
Afilo mi nueva Spyderco Civilian (1),
la divina hoz de mis extirpadas tempestades,
de mis felices Navidades
junto a la familia

Se ven destellos de luces por la ventana
Se oyen sirenas que se acercan
Gritos desatados se oyen tras la puerta
¡Abran!

¡Policía!




(Historia de fictición, dedicada a OB, guardián de la cueva de las gemas y ebanista de Möbius




 

domingo, 23 de diciembre de 2012

Momentos rotos


Quien no se ha estrellado
entre esos sinuosos trazos
que llevan al "que bien me lo paso contigo",
pero...
"...contigo no",

Uno de esos atajos del te quiero
del "te quiero... pero no puedo",

Uno de esos "ahora no quiero salir con nadie",
"... con nadie que seas tú"

En fin,
uno de esos momentos rotos, 
que nunca acaban formando parte de tu historia,

Pero ahí están,
aunque parece que no duelen,
anestesiados
por ese agotamiento propioceptivo
que quema las velas,
evitando que sigamos a nuestros cantos de sirenas,
los que llevan irremisiblemente
hacia lo denso del tropiezo

Son momentos remanentes,
bajo un equilibrio metaestable
que convulsiona raras veces las raíces del "si fuera",
pero cuando lo hacen,
adoptan una evocación fantasmagórica,
que nos dice que aún hay algo,
algo del desahucio,
algo de esa anomalía,
algo de ese espermatozoide unicejo
que continúa intentando penetrar,
hasta el confín de su flagelo 
un puñetero bolo fecal,
en la escatológica sodomía de las divergencias sin sentido
de algo presuntamente compartido,
sin saberlo,
en diferido

Felices fiestas
con menta piperita
para todos y todas,
incluidos los celacantos de nuestros charcos,
y esas flores marchitas,
que aunque secas,
siempre se guardan en alguna parte




sábado, 22 de diciembre de 2012

La nana del dolido


Tiendo mi mano
a mi  migo vencido,
a mi sombra triste,
al cansado ermitaño que anida bajo las piedras de mi jardín,
fumando desolaciones y olvidando penas

Hay espacios en los que más valdría no haber entrado nunca,
pero lo hecho,
hecho está,
y no hay lugares que recuerden siempre,
ni seres que no olviden algún día

Entierra el alma de aquel espantapájaros roído,
con su saco de pulgas y sus zapatos de hoja de maíz,
y cántale al oído
la nana del dolido:

Cuna yerma
que acoges mi gesto,
arropa mi alma y el dolor que llevo dentro

Apremia tu aliento
en mi pecho vencido,
plantando coraje
y semillas olvido






viernes, 21 de diciembre de 2012

Muertocracia


No me creo
ni a mí mismo,
ni te creo a ti,
ni las malditas reglas de este juego depravado
que practicamos cada vez que compramos algo,
cada vez que deseamos alguna cosa,
en este programado ritual de gasto,
en este sacralizado deglutir,
en este consumir mecanizado
que nos lleva a un sin vivir,
cuando no hemos cobrado todavía,
cuando no cobraremos nunca,
o cuando aunque cobremos,
no tenemos suficiente dopamina,
porque en el fondo,
siempre nos acabamos mintiendo a nosotros mismos,
para seguir de pie,
en bipedestación presuntuosa,
con la autoestima por las nubes,
con un autoconcepto positivo de pedantería escrupulosa
que nos carcome los sentidos,
devorando nuestra misma voluntad de ser,
mientras nuestras atolondradas erecciones se tuercen
y nuestros elongados y asimétricos testículos nos cuelgan,
pendulantes y ciegos,
con un centro de gravedad que no coincide con el eje de nuestras masas,
de nuestras argamasas de carne, ojos y cestos de la compra,
ni con nuestros movimientos sexys
revolucionando los michelines de unos anidados tigretones,
que maúllan desconsolados
mientras vomitan bolas de pelo
en el musgo de nuestras madres,
en los platos desahuciados,
en la cólera del enfermo abandonado a su mala suerte,
en la boca del viejo jubilado sin piñata,
en el poema que hoy decora estas precarias navidades
y las casas de los perros con sonrisa de hiena
que juegan a tirar los dados
en el depravado tablero
de esta muertocracia



(Comentario modificado en respuesta a: "Hoy es jueves...ya ves" en SuperBogarde)





miércoles, 19 de diciembre de 2012

Animales de costumbres


Ayer,
después de mi media hora de terapia,
después de mi despido procedente,
después de mi indecente indefensión
por mi insolvencia garantizada
en una atávica democracia
de "Panem et circenses"
decidí bajar a la calle y comprar alpiste para mis pajaritos,
pero al llegar a casa
me los comí,
de un bocado,
arrancándoles la cabeza de cuajo,
sin escrúpulos ni ostias
... y es que...
... en el fondo,
somos animales de costumbres

viernes, 14 de diciembre de 2012

Un retrato sin nombre


Acurrucado entorno a los rescoldos de un vivido pasado
que ahora subyace bajo las cenizas del olvido descarnado,
del ya pasó,
del se acabó,
intento mantener el calor remanente
al abrigo de un presente que me dice que aun hay algo,
porque incluso a veces,
llego a olvidar que sigo vivo

Reprochándome por una penitencia autoimpuesta,
por la insensata sentencia
que precipita al abandono todos mis recuerdos enclaustrados,
clausurados en el hastío que precede al punto y final,
mirando la vida desde la barrera,
allá,
a lo lejos,
con una miopía visceral que sólo distingue sombras tenues,
y algunas luces que se me antojan antorchas humeantes,
ardiendo desde el umbral de la cueva de mi adiós,
mientras me sublimo en entelequias,
entre las fantasías lacerantes de lo que pudo ser,
pero no es,
ni será

Obcecado
con la redundante idea de que el riesgo de cualquier alternativa
sería un peso insoportable,
un terror abominable,
algo digno de evitar
 
Escondido tras las cortinas de la nostalgia,
con postura penitente ante un presente
sordo y masturbado,
me cobijo bajo aquella Luna compartida,
en aquella vieja foto algo movida,
custodiada hace tiempo
entre los deshilachados flecos de mi cajita de terciopelo verde,
con aquellos cristalitos esmerilados de vivos colores,
cosecha de antiguos amores
que también sucumbieron al olvido destemplado,
como todo lo demás
 
Varado ahora
entre lo que fuimos y ya no somos,
estallo apasionado en el ocaso de un clímax pasajero,
con un flashback iluminado por los finos trazos de mis desastres naturales,
convencido de que aun contengo alguna cosa de aquellos santos inocentes,
que fueron remansando en el relicario de mis miserias,
en el urdir entre los atisbos de mis esencias,
y mis anhelos por encontrar las pinceladas perdidas,
y mis colores,
y mis sombras

Encaramado a esta nueva pared empapelada,
en esta casa con olor a moho y cal ajada,
contemplo desde el marco de un retrato,
un ventanal que redescubre el mar de mi pasado,
el romper de las olas sobre la rocalla de mis puntos y aparte,
y el lento cristalizar del salitre salpicado sobre sus cristales traslúcidos,
en estos días de tormenta,
en esos días en los que el ulular del viento azuza los rescoldos de mis penas,
tornándolos en agudas llamas y unas truncadas lágrimas,
que discurren por el cuarteado rostro
de un retrato sin nombre
 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Necrocostumbres

Mugidos desconsolados,
empitonados y apuntalados pezones abovinados,
mordisqueados y sangrantes,
tumefactos por la frenética succión de hatos de bovinos famélicos
buscando el calostro de sus verbenas,
y aquellas sus piñatas halagüeñas
rotas por la grotesca clausura de la fiesta de sus adolescencias

Retales de bisturí e hilo de tripa de gato,
púlpitos dérmicos en labradas lápidas sin epitafio,
detríticamente yacientes,
entre putrefactos fluidos corporales
y huesos repelados de desahuciados preanimales,
huérfanos de su carne
y de su tuétano

Desmembrados y quebrados tras su abandono prematuro
Procesados para el goce de unos sexos penetrados,
palpitantes y cianóticos,
cangrenados por preconstricciones orgasmales
lubricadas con ungüentos y feromonas animales,
propulsando esperma y dopamina por doquier
Esperma y dopamina con sabor a sildenafilo y cocaína,
y un regusto salado que se engancha al paladar,
que recuerda el sabor de feto ahumado,
desecado y triturado,
con unos innombrables tropezones
vacíos de humanidad

Angelitos empalados en pinchitos macerados
en el desdentado empacho por nuestras impotencias,
con el antropófago escarnio por la obsolescencia,
desvirgando tegumentos desgarrados,
devorando desafectos procesados

Comulgando de nuestras necrocostumbres,
con unos esquirlados platos de diseño
que acogen el hormonado menú de nuestras placentas

Adictos a los estrógenos,
adictos a la progesterona,
adictos al procesar amansado
que decanta cada día
hacia el colédoco de nuestras luces,
mientras devoramos carne humana desahuciada,
carne de feto triturada,
inocencias límbicas con excipientes no alergenos,
encapsuladas en gelatina de colores
desde el Alzheimer de nuestras albas,
desde un postmodernismo atolondrado
que dice poco de nuestros siniestros,
de esas inexistencias apagadas
que nunca lucieron etiqueta,
de esas cosas que suceden cada día 
en el submundo de nuestros progresos,
en nuestras calles,
en nuestras casas,
apáticos de tanto desear
los mediatizados símbolos
de nuestras lápidas






sábado, 17 de noviembre de 2012

Momias de papel

Adormecidas momias emparedadas
en el destiempo de ser conscientes de su decadencia,
devorando necrocostumbres enquistadas
y consolidadas atribuciones deseadas
cinceladas con atisbos de seducción,
arropadas entre jirones y desgarros de cuero viejo,
repujado y recosido


Presentadas entre un henchido empacho de virtudes mustias
que cuelgan desde la nostalgia del recuerdo,
que se despiden desde la calma del olvido,
abandonando su cordura imaginada,
la misma que las mantuvo abandonadas
en un estado de parálisis permanente

que anquilosó sus sueños,
precipitándolas con una antigravedad condescendiente
con el intoxicado desear una muda de epidermis


Desnudas
frente al espejismo de las atemporalidades,
se transmutan con orgasmos de narcisismo apresurado

y una miopía propioceptiva que acostumbra a terminar en llanto,
mientras se encajan acompasadamente

en la intimidad de un sarcófago encalado
con añejos ramos de flores azules de plástico
regados con los suspiros plañideros de los  esqueletos serviles

que siempre esperaron el postre de sus ausencias




viernes, 19 de octubre de 2012

La última cena de vampiros


Me despido,
caminando decidido hacia un destino de voluntad incierta,
que no cesa de gritarme a los ojos
diciéndome que cambie de rumbo,
que no cesa de recordarme
que los despojos de mis poemas ya huelen a tierra,
que me repito más que una ristra de ajos
en la cena de unos vampiros ciegos y anósmicos que piden sangre,
que piden sangre de vírgenes a gritos,
mientras brindan con sus coaguladas copas por el fruto de sus ansias,
por la hemoglobina compartida en antiguas vendimias,
por sus solemnes cacerías sin tregua,
en esta que será la última cena de sus noches sin Luna,
en la que será la última noche de sus eternidades hipolumínicas,
porque ya no habrá bancos de sangre que los alimenten,
porque ya no habrá más vírgenes que laman sus heridas,
mientras se marchitan
hasta ennegrecer




jueves, 18 de octubre de 2012

Segundo plato



«El Leviatán deja un rastro brillando detrás: se pensaría que la

profundidad ha encanecido.»


Libro de Job


Discurro por callejones sin sentido que me llevan a ninguna parte, perseguido por una desvirtuada obsesión por encontrar al Leviatán, la encarnación del mal moldeada por el Creador. El Creador de nuestras dichas y de nuestras desdichas y de esta enfermiza obsesión que me corroe desde siempre. Una obsesión que no cesa de espolonear mis imposibles, de liberar mis dependencias, de trastornarme hasta devorar mi propia carne en la última cena de nuestro Armagedón. El Armagedón de nuestras crisis. Devorado como segundo plato del menú: salteado de Leviatán, Behemoth y Ziz, acompañado de finos vinos y de la total indiferencia por nosotros mismos, en la anunciada cena de nuestros sinsentido.



martes, 9 de octubre de 2012

El único verso de nuestros poemas


Horadando el por qué de tu mirada,
sucumbo ante el ocaso de mil soles eclipsados
desde una densa antimateria teorizada,
que vaga desquiciada
entre las nebulosas de nuestras aquiescencias,
hacia la incineración total del pluriverso conocido,
encapsulado y liberado cada cuatro años
tras la criogenia informativa
que desfalca nuestros astros,
nuestras voluntades bombardeadas
desde una presuntuosa estrella de la muerte,
que subyuga el andrógeno hidrógeno de nuestros helios,
hasta convertirnos en una estrella roja moribunda,
en la supernova del fundido en negro sin finales,
en un púlsar abandonado en el Universo monoverso,
en el que la sentencia: “El trabajo os hará libres”
será el único verso de nuestros poemas



lunes, 8 de octubre de 2012

Adoración


Perdóname,
porque yo te adoro
Adoro tus finas curvas
festoneadas en el fluir de las esperas,
con la calma tensa
que quiebra un árbol
que resistió a la tormenta

Saboréame
la sal de las herencias,
porque yo soy adicto al néctar
de tus sismos

Abrázame
con un trenzado de púas y esparto,
que lacere mi carne con tus dedos y brazos,
despedazando la catatonía tumoral
que paraliza mi voluntad de seguir

Sondéame,
mientras tu aliento
calma el dolor de mis costuras,
ulceradas por la distancia,
pertrechada
en la tensión superficial que nos separa

Contornéate en mi boca,
sedienta de carne y espasmo,
ansiando vibrar entre tus comas,
con una tensión fractal

que arranque los interrogantes nuestras dudas,
porque hoy soy 
lahar

en el volcán de tus desmayos

Créeme,
quizás yo no soy lo que esperabas,
pero adoro la inspiración de tus poemas,
hipocentro de mis sismos,
el vibrar con tus relatos,
con tus sueños
y tus vicios




domingo, 7 de octubre de 2012

Feromonas de peluche


Agazapado,
desde el abandonado terrado de mi nicho hipotecado
entre un bosque de antenas oxidadas con inclinaciones caóticas,
escucho los maullidos de unos gatos perturbados
por celo desatado de una gata confinada,
una gata condenada a su eterna masturbación
con el osito de peluche
de un niñito enamorado
de ese olorcillo almizclado
sin el que no podría soñar,
sin el que no podría succionar
la metamorfosis de la vida,
esa esencia compartida
en un cosmos animal,
experimentando con los sentidos,
con sus instintos reprimidos,
antes de la partida,
antes del inicio de la caída
hacia la eterna ensoñación,
hacia la credulidad confinada,
hacia el caminar con ojeras por los pasillos,
haciendo lo que todo el mundo hace,
haciéndolo porque toca,
porque toca gozar
o creer que se goza,
comiendo para trabajar,
trabajando para follar,
ahorrando para morir
hasta compartir un nicho
con los cadáveres de tus abuelos,
de tus bisabuelos y tatarabuelos,
de tus trastatarabuelos y pentabuelos,
de los que tú no recuerdas ni los nombres,
y mucho menos sus caras

Un día,
mientras entierras a tu padre,
ves como dos sepultureros apilan los huesos de tus parientes,
sus pelos enmohecidos
y sus uñas sueltas y retorcidas,
con la intención de hacerle sitio,
y presuntamente compactarlos hacia el fondo del cubil,
Cuando uno de los sepultureros,
el gordo y casposo que masca tabaco negro,
te pregunta:

¿Le importa que metamos los huesos dentro del ataúd?

... y piensas:

¿Encima de mi padre muerto?

¿Con aquel osito viejo y sobado que olía a rayos?

Te estremeces,
y decides abrir la caja de madera,
guardarte el osito de peluche en el bolsillo,
y decirle al sepulturero con una voz quebrada,
pero alto y claro:

¡Proceda!