Diario de un loco,
sobre un pupitre de madera encerada
con muescas de amores prendidos
entre hoyuelos de tinteros de siniestros
Tiempos de comienzos,
de alianzas adolescentes,
alas de murciélagos revoloteando la estancia,
y sonrisas de cucarachas inquietas
agolpadas en el suelo,
trepando por las patas de la cama
para alcanzar proyectos de sueños
Ozzy en el encuentro de las dudas,
de las singularidades de a uno,
al abrigo de las nostalgias
frente a las puertas de lo incierto
Aullidos de manada,
en la noche más larga,
bajo la luz de la luna,
el último billete del tren de la locura,
hacia la ausencia de lo oscuro