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domingo, 19 de agosto de 2012

Sueños de ameba


Hoy
no me encuentro,
entre mis abigarradas existencialidades,
carente
de la herencia de mis metáforas,
sin mi

No me encuentro

entre las nominaciones tropezadas,
ni entre la rocalla de mis lapidaciones,
porque hoy
no estoy,
no se quien soy,
no se si soy

Perdido

en el disperso
dejar de ser,
entre el confuso no ser
por el desquicio
de mis bisagras

Hoy
No me encuentro,
entre mis egocéntricas fabulaciones autoproclamadas,
ni entre los sobredimensionados huecos
de lo que pude ser,
porque no estoy,
ni en las intersticiales posiciones matriciales
de mi no ser,
porque hoy
no me encuentro,
ni asomando
por las sima de mis sombras,
ni en la gruta de mis secretos,
ni por los retales descosidos
de mis innombrables vicios

Ansiando ser,

sin estar,
esparciendo mis desquicios
por los ojales de la sinrazón,
por la duda desmembrada,
destripada y condensada
,
del no saber porque,
del no entender la caída
desde el balcón
de las certezas,
ahogado,
inundado en la sin razón
de estar perdido,
sin mi


Expirar
el ser
una de esas existencias dibujadas
a carboncillo apresurado y sin barniz,
porque hoy
no se quien soy,
no se lo que soy,
embargado por la nostalgia
de poder haber sido algo,
algo perdido,
dudado,
bautizado
y destetado,
enterrado
en algún rincón
olvidado,
de mí
de mí mismo,
sin mí

Bloqueado
en el cruce de los sin sentido,
entre las construcciones angulares
de los vértices internos
del grotesco hipercubo
del existir,
identificado
naturalizado
y autoasimilado,
enculturizado,
consciente del ego,
pero sin el yo

Sobrepasado

por la duda de un colgado,
por la presunta perdida de algo,
de alguien,
de uno mismo,
de un haber sido
transfundido
por el desvirtuar
de una fragilidad condescendiente
por querer ser,
sin más,
algo,
alguien

Aterrorizado

por la posibilidad
de no haber sido nunca,
nada

Un templo

vacío
La caótica membrana
que alberga la nada,
sin fluidos
ni corpúsculos,
sin entelequias zalameras,
sin nombre

Esbozo desechado

por el caprichoso destino
del sucedió,
del te tocó
a tí,
sin deidades de por medio,
sin quimeras,
porque sí

Pálpito

de deseo,
por encontrar los ladrillos de mis paredes,
las membranas trenzadas
que delimitan mis vísceras,
el rincón de mis secretos
y a mi mismo,
pero sobre todo,
quiero saber quien soy,
lo que soy
dentro de este charco
de agua turbia,
con esta inquieta trama de flagelos
que se mecen a mi espalda

Amebas
voraces
que se alimentan de mis dudas,
de la desnudez de mis
espacios

Voraces necrófagos

que delimitan mis estancias,
que me moldean las esperas,
acariciándome,
abrazándome,
fagocitándome

Derramado
por el suelo,
sin mis pies,
ya no quiero saber,
tampoco quiero ser,
nada,
en esta mañana sin nombre,
empaquetado,
etiquetado,
y con fecha de caducidad

Porción de carne,
contaminada,
vitaminada
y hormonada

Obsolescencia de senectud
que alimenta a nuestras fieras,
en la prionizada plaza
de las utilidades,
de los olvidos temporales
de la inhumanidad,
pertrechada
entre el lodo rancio
de nuestros charcos