Hoy
no me encuentro,
entre mis abigarradas existencialidades,
carente
de la herencia de mis metáforas,
sin mi
de la herencia de mis metáforas,
sin mi
No me encuentro
entre las nominaciones tropezadas,
ni entre la rocalla de mis lapidaciones,
porque hoy
no estoy,
no se quien soy,
no se si soy
Perdido
en el disperso
dejar de ser,
entre el confuso no ser
por el desquicio
de mis bisagras
Hoy
porque hoy
no estoy,
no se quien soy,
no se si soy
Perdido
en el disperso
dejar de ser,
entre el confuso no ser
por el desquicio
de mis bisagras
Hoy
No me encuentro,
entre mis egocéntricas fabulaciones autoproclamadas,
ni entre los sobredimensionados huecos
de lo que pude ser,
porque no estoy,
porque no estoy,
ni en las intersticiales posiciones matriciales
de mi no ser,
porque hoy
porque hoy
no me encuentro,
ni asomando
por las sima de mis sombras,
ni en la gruta de mis secretos,
ni por los retales descosidos
de mis innombrables vicios
Ansiando ser,
sin estar,
de mis innombrables vicios
Ansiando ser,
sin estar,
esparciendo mis desquicios
por los ojales de la sinrazón,
por la duda desmembrada,
destripada y condensada,
del no saber porque,
del no entender la caída
desde el balcón de las certezas,
ahogado,
inundado en la sin razón
de estar perdido,
sin mi
Expirar
por los ojales de la sinrazón,
por la duda desmembrada,
destripada y condensada,
del no saber porque,
del no entender la caída
desde el balcón de las certezas,
ahogado,
inundado en la sin razón
de estar perdido,
sin mi
a carboncillo apresurado y sin barniz,
porque hoy
no se quien soy,
no se lo que soy,
embargado por la nostalgia
de poder haber sido algo,
algo perdido,
dudado,
bautizado
y destetado,
enterrado
en algún rincón
olvidado,
de mí
de mí mismo,
sin mí
enterrado
en algún rincón
olvidado,
de mí
de mí mismo,
sin mí
Bloqueado
en el cruce de los sin sentido,
entre las construcciones angulares
de los vértices internos
del grotesco hipercubo
del existir,
identificado
naturalizado
y autoasimilado,
enculturizado,
consciente del ego,
pero sin el yo
Sobrepasado
por la duda de un colgado,
por la presunta perdida de algo,
de alguien,
de uno mismo,
de un haber sido
transfundido
por el desvirtuar
de una fragilidad condescendiente
por querer ser,
sin más,
algo,
alguien
Aterrorizado
por la posibilidad
de no haber sido nunca,
nada
Un templo
vacío
La caótica membrana
que alberga la nada,
sin fluidos
ni corpúsculos,
sin entelequias zalameras,
sin nombre
Esbozo desechado
por el caprichoso destino
del sucedió,
del te tocó
a tí,
sin deidades de por medio,
sin quimeras,
porque sí
Pálpito
de deseo,
por encontrar los ladrillos de mis paredes,
las membranas trenzadas
que delimitan mis vísceras,
el rincón de mis secretos
y a mi mismo,
pero sobre todo,
quiero saber quien soy,
lo que soy
dentro de este charco
de agua turbia,
con esta inquieta trama de flagelos
que se mecen a mi espalda
Amebas
voraces
que se alimentan de mis dudas,
de la desnudez de mis
espacios
Voraces necrófagos
que delimitan mis estancias,
que me moldean las esperas,
acariciándome,
abrazándome,
fagocitándome
Derramado
por el suelo,
sin mis pies,
ya no quiero saber,
tampoco quiero ser,
nada,
en esta mañana sin nombre,
empaquetado,
etiquetado,
y con fecha de caducidad
Porción de carne,
contaminada,
vitaminada
y hormonada
Obsolescencia de senectud
que alimenta a nuestras fieras,
en la prionizada plaza
de las utilidades,
de los olvidos temporales
de la inhumanidad,
pertrechada
entre el lodo rancio
de nuestros charcos
enculturizado,
consciente del ego,
pero sin el yo
Sobrepasado
por la duda de un colgado,
por la presunta perdida de algo,
de alguien,
de uno mismo,
de un haber sido
transfundido
por el desvirtuar
de una fragilidad condescendiente
por querer ser,
sin más,
algo,
alguien
Aterrorizado
por la posibilidad
de no haber sido nunca,
nada
Un templo
vacío
La caótica membrana
que alberga la nada,
sin fluidos
ni corpúsculos,
sin entelequias zalameras,
sin nombre
Esbozo desechado
por el caprichoso destino
del sucedió,
del te tocó
a tí,
sin deidades de por medio,
sin quimeras,
porque sí
Pálpito
de deseo,
por encontrar los ladrillos de mis paredes,
las membranas trenzadas
que delimitan mis vísceras,
el rincón de mis secretos
y a mi mismo,
pero sobre todo,
quiero saber quien soy,
lo que soy
dentro de este charco
de agua turbia,
con esta inquieta trama de flagelos
que se mecen a mi espalda
Amebas
voraces
que se alimentan de mis dudas,
de la desnudez de mis
espacios
Voraces necrófagos
que delimitan mis estancias,
que me moldean las esperas,
acariciándome,
abrazándome,
fagocitándome
Derramado
por el suelo,
sin mis pies,
ya no quiero saber,
tampoco quiero ser,
nada,
en esta mañana sin nombre,
empaquetado,
etiquetado,
y con fecha de caducidad
Porción de carne,
contaminada,
vitaminada
y hormonada
Obsolescencia de senectud
que alimenta a nuestras fieras,
en la prionizada plaza
de las utilidades,
de los olvidos temporales
de la inhumanidad,
pertrechada
entre el lodo rancio
de nuestros charcos