en el destiempo de ser conscientes de su decadencia,
devorando necrocostumbres enquistadas
y consolidadas atribuciones deseadas
cinceladas con atisbos de seducción,
arropadas entre jirones y desgarros de cuero viejo,
repujado y recosido
Presentadas entre un henchido empacho de virtudes mustias
que cuelgan desde la nostalgia del recuerdo,
que se despiden desde la calma del olvido,
abandonando su cordura imaginada,
la misma que las mantuvo abandonadas
en un estado de parálisis permanente
que anquilosó sus sueños,
precipitándolas con una antigravedad condescendiente
con el intoxicado desear una muda de epidermis
Desnudas
frente al espejismo de las atemporalidades,
se transmutan con orgasmos de narcisismo apresurado
y una miopía propioceptiva que acostumbra a terminar en llanto,
mientras se encajan acompasadamente
en la intimidad de un sarcófago encalado
con añejos ramos de flores azules de plástico
regados con los suspiros plañideros de los esqueletos serviles
que siempre esperaron el postre de sus ausencias