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martes, 17 de septiembre de 2013

Luces lánguidas


Luces lucen
lánguidas lenguas de fotones
en esta estrellada noche de siniestros
y colmillos afilados

Lacustres amalgamas de sarro viejo,
colonizando los empastes de un smilodon vencido,
huesudamente yaciente
en el fondo de su sima

Luminiscentes precipitaciones de fósforo blanco
decantan sus incandescencias sobre un cadáver

Siempre le dijeron
que de turbar mastodontes cabreados,
sería presa fácil
del suicidio de los necios,
pero...

¿Quién no hubiese jadeado precipicios al borde de su extinción?

Cuando a uno se le entrega un nódulo de pedernal y un puñado de paja seca,
y luego se le pide que construya un bosque de cenizas,
como mínimo,
debería dudar...
pero...

¿Quién  no hubiese osado narrar finales en aquel poblado bosque de tragedias?

Él no dudo,
no dudo ni un segundo en saltar al vacío,
anónimamente inmolado,
abrazado al asesino de sus hijos,
al asesino de sus padres
y al de sus vecinos,
el último espécimen
de una especie dominante,
que usurpó su cobijo
y devoró la carne de su sangre