Entregada,
deseosa de una caricia saboreada,
aun no saciada
desde el deseo oculto
del esperar algo más,
del esperar algo más y más fuerte,
como el sentir salvaje
que lacera los aullidos de la carne
Pulsátiles espasmos
que conducen al desfallecimiento,
a la redención por indefensión adquirida,
a la derrota compartida
de una entregada morada
que acoge el tumulto de un instante