Páginas

miércoles, 3 de abril de 2013

Todo va bien


Todo va bien
si acaba bien,
pero es que
la historia
todavía no ha acabado

La deconstrucción del bienestar socializado,
la utopía informe de una sociedad con principios humanos,
la pretensión de un mundo sin esclavos
o de un capitalismo trasmutado
sin sumisos explotados
¿Te suena?

Contemplamos sólo esbozos,
mientras esculpimos lápidas
y cavamos tumbas
para la memoria,
para el olvido insano
y para la indecencia
de nuestras fugas en do mayor

La extinción de agentes ingentes
sometidos al yugo del capital,
descapitalizando el rédito social
que nos embarga,
que nos desahucia,
que agoniza bajo el quebrar de nuestras camas,
mientras nos tocamos mirando por la ventana
a la vecina de enfrente,
o mientras comemos
los que podemos,
bajo un techo,
y mirando la tele

Porque en el fondo,
tenemos fútbol
y esa miopía cejijunta que nos salva siempre,
que nos guía como rebaño sediento
hacia el precipicio de las lobotomias colectivas,
hacia el calvario de los zombificados votantes,
entrenados a para hacer suyo un equipo
y mostrar con orgullo sus colores,
sus banderas
y sus himnos a la indigestión,
hasta la muerte
¿Te suena?

Entrenados,
atomizados,
desintegrando el arco iris de nuestras multiplicidades,
el caleidoscópico soñar de nuestras infinitas posibilidades,
bautizando a Fausto como síndrome,
para no pensar,
nunca más
por sí solos,
por si alguien da el primer paso,
por si acaso
¿Te suena?

Caminando
hacia el campo de la deslocalización social
que nos pierde entre nosotros mismos,
borrachos de servidumbre,
henchidos de egolatrías baratas,
orgullosos
como cigarras valientes
que se niegan a soñar con sus inviernos,
o con el éxtasis de sus decapitaciones
¿Te suena?

Pero todo va bien si acaba bien
Hoy ha ganado mi equipo de fútbol,
gobierna el pinocho de mis colores,
y me he cruzado con la vecina de enfrente,
rozándola con el dorso de la mano,
oliendo su perfume barato,
y comiéndole los labios
con la imaginación censurada
por el trenzar de mis delirios,
porque
todo va bien
si acaba bien,
y sino
la heroína de nuestra almohada
sabe de amor
y de fantasmas
¿Te suena?