Páginas

sábado, 12 de abril de 2014

Sedienta mala forma


Batir de solapas de santón
cuando yo,
solamente
quería amar al mundo
y beberme la vida
como un mal trago

Sé que no me vas a creer,
pero te lo juro,
te juro que sólo salieron de mi boca
todos aquellos tábanos
guarecidos bajo las solapas
que solapaban el tumulto de las fuentes sin agua,
de los campos sin pozos,
sin acuíferos ni acuitardos,
de los ríos y de los torrentes
empedrados y sin peces,
secos,
y resecados por el Sol

Cuarteada chaqueta de mimbre reticulado,
mojada
por la marejada que se sincera con uno,
mientras se le tocan
suavemente,
las abiertas formas al querer,
mientras las nubes de dientes torcidos
muerden el polvo
con sus malditos cuencos vacíos,
desde los precipicios de los muestrarios de madera
que suplieron a los maniquíes sabios por su sinceridad

Solo juego,
solo quiero aprender a jugar
perdiéndome en el columpio que chirría,
... y que me multen
los extirpadores fascistas de infancias sin padres,
si es que miento

Aguantando
la tensión del péndulo
con una profunda mirada
que clama al vacío de las avestruces,
al de las deshojadas margaritas tristes,
que por no perder la cabeza
perdieron el último te quiero,
entre sus imbricados pétalos arañados,
una noche de infinitos soles,
y silbidos,
y transeúntes que silbaban
cascabeles de cazalla
y tequila barato

Hoy,
el vacío
sigue abrigando el cobijo de algo oscuro,
de una noche sin estrellas y sin fuentes,
y sin mandriles que se huelan el culo,
y luego,
afanosamente las manos,
untuosas de sus curiosidades,
porque ellos no saben de papeles,
ni de las buenas formas,
ni del estar sedientos y con el agua hasta el cuello,
porque ellos
siguen enamorados de las nubes,
y de los arbustos y de sus arquetipos,
y de los borrones de sus dedos
en sus cartas sin finales

Cada tarde,
en las que las hojas sin púas de sus ensaladas de mandril
les descubren un nuevo gusto,
que les salva de todo mal,
aplacándoles la sed,
y sus irremisibles ganas de volver a olerse el culo

Palabra de mandril