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domingo, 6 de abril de 2014

Sarco y dosis de sacarina



Envilece
el día a día,
con el recordar dulcificado,
contemplando
el romper fundamentado
de la tensión superficial
de un último café cortado,
con el moreno culo
de una esbelta magdalena
de trescientos cincuenta y tres gramos,
y la sutil incomprensión
de una omnipresente sacarina 

 Sacarina: Si... si que es buena chica. Modosita y eso, pero:
                 ¿has visto que culo tan asimétrico tiene?
                 ¿ y los pechos...?
                 ... seguro que son operados
                
Salpicados tropezones
de procesos

Procesadas formas,
y las buenas maneras
de los buenos días,
de aquellas minifaldas de piernas largas
y las educadoras sociales
que amamantaban
el perímetro
de nuestros abandonos

Sacarina: Si... si que es buen chico. Simpático y eso, pero:
                 ¿Has visto la nariz que tiene?
                 ¿y las orejas...?
                 ¡Jo! el pobre es un poema...

Trecientos cincuenta y tres gramos de aprensión
y de presión sorda en el mediastino,
de estenosis de vías arteriales y venosas profundas,
por una enfermedad rara
que saluda
desde la maduración de sus entregas

Sorber infusionado
desde la esponjosa textura
de un precipicio matutino,
que sabe a hemoglobina coagulada,
que sabe a cafinitrina y a escalpelo 

Sacarina: Si... si que lleva muchos años en la empresa...
                 ... que estrabajador y tiene hijos y eso, pero:
                 Ahora, está muy enfermo y... ¡ha pedido baja!
                 y... ¡esto no es una ONG!

Herencia
de un pulmón izquierdo sin prisas,
implosionando
de forma inversamente proporcional
al amor sus abrazos

Dísnea,
y mareos
que salvaban descosidos sociales

Voluntades dormidas
en una realidad disidente,
que disiente
de la cotidianeidad
de todos los detergentes sociales,
de todos esos procesos paralelos
que siguen discurriendo,
sinuosos,
por los meandros abandonados
de un mal síntoma