En el jardín del que les den,
los senderos de la constancia
se tornan sufridos y eternos
Como cuando,
un alacrán desesperado,
atrapado
e inmovilizado,
es descoyuntado,
crujiendo
y retorciéndose de dolor
en el caldero de los sustos,
mientras,
un gamberro angelical,
masca
su bola chicle
con la boca abierta,
a la vez que se folla a las vírgenes de la soberbia,
gritado vítores por Sabrina
y por la justicia de los bustos
Extasiarse
ahora ya,
con la imagen de la Anunciación
le sabe a poco,
mientras sigue moviendo sus alitas
y sigue reventando globos,
y cabezas,
y los sudarios
que sostienen madres,
en el que será
otro de día perfecto
para un indulto