Con estos mis ojos vedados
por no volver a ver
la sal de tus saludos,
siento el trazo girando
de unas mariposas lisialas,
revoloteando
sobre el hiato sociográfico
de mis fermentos personales
Lisitrayectorias
desdibujando
grácilmente,
la dismorfofobia de humo blanco
que pretendía ser
una recreación de tus fracciones
Diluyendo rasgos
con cada giro lisialo,
difuminados
con el último aliento
del pretexto
de un saludo fraternal
Trayectorias tullidas
que describen círculos concéntricos,
estroboscópicos giros pseudoprácticos
que auguran
el colapso de un revuelo
Erráticos timbres
imbricados
sobre un corrillo de recuerdos aparcados
supuran feromonas
de adolescencias
Alifafes fraguados
descendiendo
por la desordenada lisioteca
de una memoria
impresionada
por la astucia su olvido
Mientras,
mi úlcera atragantada
continúa definiendo el sentido cobijo
de un estómago
harto
por tantas moscas
a medio digerir
Cada vez que hago que vuelvo,
me contengo
evitando mirar por los cristales
que encerraron el postín de tus arritmias
Auspicios secuestrados,
de esmerilados transeúntes drogadictos,
cargándose chutes de angustias vitales
para poder sudar
los colchones
de sus dependencias
Parcheadas citas
de sobornados camellos resilientes,
insistentes,
en seguir comulgando
el glamoroso decoro
del soma de los pobres
Un deseado abrazo,
tronchado,
por el desacierto lisialo del revuelo,
por el ansia triste,
por el obrar bien pero sin acierto
Recordarlo todo
no resulta nada fácil,
aun labrando bien adentro,
intentando contemplar
la reverberación de mis escamas,
con los temores de los peces probeta
desprovisto ya
de mi pecera
y de mi agua