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sábado, 4 de octubre de 2014

Pesto de ceniza



Ulular
desde la bruma,
y poder gritarle al orden
los anhelos del desorden

Acariciar
con la yema de los dedos
la hierba crecida,
en las marismas de las sales metálicas
que arden por simple contacto,
por la oxidación fruncida
entre las pentadigitales formas
que sostienen el ahínco

Tacto de turba bituminosa,
impregnada
desde los estigmas palpebrales
hasta el envite del relleno del ombligo

Templanzas
por los entresijos de un mal signo zodiacal
que hace cruzar estrechos
para soñar cobijos
y alcobas de ceniza

Pasto de alboroto
por los mendigos de la carne,
por los servicios coetáneos
con el quemar galera 
sin difunto 

Graznidos y abrazos,
mancos de grano y paja,
abiertos
de vez en vez,
hasta el quebranto del susurro
por el desconsuelo,
y por el desconocido acierto
de lo abrupto,
del poder llegar a ser 
un presunto,
un presuntamente libre


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