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miércoles, 19 de marzo de 2014

Para normal... III (El origen de un agnóstico)


Twiteadas jornadas endémicas
de raíz craso académica,
perpetrando secuestros de aleatoriedades

Un paradigmático proceder
de sesgo de confirmación profuso,
de embotamiento heurístico tuneado,
o sencillamente
un simple prospecto adjunto

Estadísticos vetustos,
encaprichados con el lustre
de un paradigma dominante

Jornadas convenidas,
por la Real Academia de las Ciencias Encomiables,
por la acreedora del pensar concreto,
en un tiempo,
y una historia

Acelerados,
propulsando el desmantelamiento
de toda alternativa al proyecto,
con ese devenir complejo
que suele decantar
hacia el emoliente monoverso

Lelos y alelados,
alelos de indefiniciones concretas,
pertrechados
en una indigna progresión de desperfectos

Resiliencia reincidente
y residentes erectos y erigidos,
de aureolas laureadas bien trenzadas,
evitando el prolapso
de su adoctrinada polución

Entregados,
caminando firmes hacia el trítio de nuestras sales,
intentando discernir la etiqueta de un agnóstico

Lastrado cobijo
que parece disentir del contexto cotidiano,
condensado,
etiquetado,
sin presunción de sibilancias ni dobleces,
nada
que pudiese infundir clemencia,
nada
que pudiese confundir el sabor de la inocencia,
con el síndrome
de una triste historia

¡Espectro flautista!

Grita el tunante de los consumibles

Intentando subsanar
un esquema semental,
que descubra el prospecto de algo nuevo,
de una enfermedad posible,
restaurada o reinventada 
pero bien etiquetada
con un nombre resultón

Discurrir
por esa ciencia de la conveniencia,
la de las corrientes en curso,
la del vendernos la moto,
para ir pillando consecuencias
entre las inflorescencias
de las presunciones

Rebautizando
el capital de nuestras cómodas,
de todas nuestras institucionales modas,
de nuestras medias y nuestras medianas

Implicados
en la gran duda estandarizada,
interrogados
por el cómo desvestir el éter del abrigo de sus átomos,
de sus electrones,
de sus neutrínos,
y de sus pobres capuchinos,
supinos
de mal diagnosticadas espirales,
de levógiras suposiciones
que suelen confundirnos
con la especularidad de nuestros giros

Procesar y progresar
para finalmente expirar
con la eterna duda

¿Qué les recetamos?

Absortos
por la voz de la cordura
por la flecha de un comienzo sin costura
desde un púlpito de aurora

¡Tristerimona!
¡Tristerimona,
mañana,
tarde
y noche!

Eco clueco,
Eco de crudo hueco

Morfogénesis
de la gran duda popularizada,
bajo una tensión sintetizada
de susto acrítico
y desvelada sumisión

Tristerimona para el alma del desenamorado,
Tristerimona para el abandonado por un padre alcoholizado

Porque:

¿Para qué preguntarles por el desconsuelo personal?
¿... o por el vacío de sus dudas?
¿... o por los drogadictos grillos que anidaban en sus fisuras?

Por todas esas cosas
que desvisten los poetas,
por esas efímeras tretas
difíciles de cuantificar

Cosas de psicoanalistas y quebrados,
de ciencias humanas infusas,
y filósofos
sin subvención

Contexto social,
trayectoria vital,
epigénesis cultural

Solos
con nuestros suspiros de fondo

Clasificados
en nuestra universalizada condición

Creencia ciega
y el origen de un agnóstico


Dedicado al pintor de la clarividencia densa
de esta humilde metáfora de superstición

Para I.B.