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domingo, 30 de marzo de 2014
Perrera de sarmientos
Ser cánido
no es sencillo,
especialmente,
cuando tiran de la cadena
cercenándote el pescuezo,
acercándote
cada vez más
a los aledaños
de uno de esos perros cabreados,
que ladran y ladran desencajados
a todo aquel
que emulsiona
el sentir de sus ureas
Reencontrados dientes de lo improvisado,
entre una jauría de esperpentos cruzados,
de ira grave
y estandartes mutilados
Recortadas orejas,
seccionado rabo,
y vítores sin salida
de indómito
castrado
Colgajos babosos
de un jodido dogo sulfurado
que te enseña los dientes
Trémulos y agudos desafíos
de un chihuahua suicida,
miope y quebradizo
que pretende devorar
al verdugo de su hambre
Ser cánido no es sencillo,
olisqueando
el rezumante ano
de lo anónimo
del ser vagabundo,
esquivando las maneras
para poder morder
la sima de sus pulgas
Vendiendo la rabia a peso,
hasta llegar al tuétano de sus huesos,
hasta la sarna de sus uñas
Ser cánido
nunca fue sencillo
Ser súbdito
subyugado
cuatrienalmente amordazado,
tampoco
Como tampoco lo es
el ser demócrata,
y vivir gozoso en el engaño
del indulto pactado,
del puesto comprado,
del corrupto liberado
Vivir la democracia
con la mordaza fascista
de "mayoría absolutista"
Esgrimiendo siempre
un eslogan patriotero,
mientras se quiebra la moral social,
y se somete la cuestión vital
a la privatización
de nuestras dependencias
Ser demócrata no es sencillo,
especialmente,
cuando se empiezan a trabajar,
sutilmente,
la caída de los héroes,
la carne de cañón abandonada,
la dejadez informe
que pueda servir para justificar cualquier cosa
La antesala,
de un estado de excepción
o de cualquier abolición
de nuestras libertades