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miércoles, 9 de enero de 2013

Guille y Tina


Al alba...
 

Guille: Dulce sosiego me embarga ante vos afilada impaciente
en este bosque sin hojas que cobija ahora mi tez
Postrado por el salpicar de mis ideas a destiempo,
con la intrínseca inconstancia que caracterizó mi acostumbrado buen hacer.

Una y otra vez,
funambulismo al filo de la navaja.

Una y otra vez,
ojeroso anzuelado pez,
con los ojos secos y postrado en salmuera.
 

Tina: ansiaba veros desabrochado el cuello de la camisa, más no puedo decir lo mismo de vuestro horrible corte de pelo.

Guille: decidme apresurada,

mi dama
¡Oh! mi señora afilada
¿Hacia dónde divagan las ideas?

Tina: de bien seguro que al cesto de cabezas, deslenguado hereje.

Vos sabias de mi acostumbrado hacer,
más no pudisteis contener vuestro irreverente verbo.

El mundo...
 

Cabeza barbuda: ¿Quien osa perturbar el preludio de mi nuevo comienzo con tales bruscas formas?
 

Cabeza de Guille: El destiempo de mis ideas, mi amado turbado barbudo. 
¿No os habréis ruborizado por el libertino hálito de mi boca, o por las caricias de esta sin hueso que me ha arrastrado a vuestra alcoba?
 

Cabeza barbuda: No joven pendenciero, tunante del mimbre trenzado ¿Qué no os dais cuenta de que sois una simple cabeza soplándome la oreja?
 

Cabeza de Guille: No apasionado decapitado barbudo, triste guillotinado por un mal afeitado del que yo ahora doy fe. Yo soy algo más que eso, pues soy poeta. Recomponer mi cuerpo espero, aun descorazonado por vuestro monótono timbre y tales rudas formas,... más no os guardo rencor alguno, sólo el acostumbrado decoro ante vuestras tristes artes de pedantería.
 

Getsemani...
 

Voz desde el fondo del cesto de cabezas: silencio os pido como huéspedes de esta compartida morada,... y tú, lengua viperina afilada, calla de una puñetera vez.
¿Qué no catáis la hemoglobina de vuestro gaznate? ¿Qué no sentís el avance del rigor mortis en vuestras pálidas mejillas? ... o el tumefacto frío de este fondo azabache que cubre el arte de mi coronilla 

Tina: Aburridos tiempos modernos compartís los tres en este trance... 
Tú el barbudo desaliñado sabelotodo, tú el pedante iluminado que no goza más que de su ceguera poética, y tú, el que platica desde el fondo del culo de botella, al que nunca le dejaron salir del cuenco. Todos sois carnaza de degüello, suspiros apagados de afrancesada inercia, prescindidos tras este ciclo demográfico de treinta años recien cumplidos, que saben a pincipio del fin con ecos mayas,... hasta un nuevo despertar, aunque los mesías andan escasos estos días.
 

Digan lo que digan...



Irreflexiva desmesura dedicada a vomiton, sin tilde