Jugar al Risk no es problema,
como tampoco lo es jugar al Monopoly,
o a las banderas y sus dependencias,
ni bajarle el sueldo al que cuida
la necesidad del desamparo y del estigma,
o al que sana a gente enferma,
o al que enseña el pasado de un futuro que agoniza en las escuelas,
porque
la maestría del verdugo
es algarabía para el tarugo,
la del modelo obtuso
que hace triunfo del exterminio
y de la sumisión,
del agachar la cabeza
y reírle las gracias al jefe,
del no cuestionarse nada,
en un sistema
que huele a muerte,
a mutilados,
a enfermos,
a desahuciados
Tampoco suena antojo
el abandono
de la ayuda a la dependencia,
entre las garras del que usurpa y acapara,
del que consiente y asiente
los sobornos
de nuestros ejemplos,
porque,
son las mismas familias de siempre,
condescendientes,
con el tapar las manchas del pescado,
con sacudir la morralla de sus mesas
antes de dar otra orden embargo
porque,
todo esto no es casualidad
Si me repito
es de puro empacho visceral,
de tripa seca
de pescado seco,
con los ojos secos y hundidos,
en un mar de traficantes de influencias
aferrados a los cascos de sus bancos
Pero
el problema reverbera
al aumentar el atavío coercitivo de la escena,
con sus excepciones,
excepcionalmente manifiestas
Apuntador: ¿Tortura?
Despiste: paso palabra
Excepciones condenadas,
por su ideología desvirtuada
y sus extremistas formas de ejecución
Apuntador: la ibertad cuesta un ojo de la cara
Despiste: ¡se tratará de la excepción!
Excepcionalmente al día siguiente,
corbatoflautas y condenados
ríen los indultos por encargo
El contexto de las excepciones hace historia,
pero la libertad,
seguirá soñando
futuros
sin excepciones