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domingo, 14 de septiembre de 2014

Mimo sin... mí



Sin limosnas,
con los pies descalzos
y contra el suelo de un gran centro comercial
 
Así termina el tumulto
de una gran bola de nieve
precipitada ladera abajo

Una reverberación
desde los atisbos de una germinal tesitura que,
quizás,
podía haber acabado de otra forma

Siempre quedará la duda
desde esa racional compostura
que intenta salvarnos los esquemas,
reforzando con explicaciones causales
todos los efectos,
algo
que pueda salvarnos de ser culpables de alguna cosa,
aunque ahora
eso importa muy poco

Ya no importa nada,
simplemente asentir
que estábamos tan cerca y al mismo tiempo tan lejos,
que cuando por fin nos encontramos
fue para decir adiós

Un mimo sin tacto,
y yo sin mí.
sin mo,
sin



(Dedicado a J.R.)