suena el timbre de mi teléfono góndola rojo
Con una voz ronca de ponzoñoso reencuentro,
me habla el Chus,
un viejo marinero
Preguntado por su estado,
me responde con un: ¡bien!
arrastrado y denso,
que huele a rancio,
que suena hueco
Me intrigo por su tripulación
siguiendo una pausa (que no silencio),
y un susurro ciego,
y un sonoro balbuceo,
herrumbroso,
espeso
Un hilo de carrerilla contenida
incomprensible,
terminando en un implosionar
¡Me quiero morir!
¡Me voy a matar!
Dos hachazos sin filo chocan contra mi frontal
reventando mis parietales
y taponándome los oídos
Sentencias lapidarias
que inician una cascada de recanalización sanguínea,
de optimización de recursos licuados,
de constricción periférica,
exprimiendo vasos,
alimentando esencias
Esencias de un cerebro alcoholizado
y presenil,
que ya no da para más
Arterias ateromizadas,
venas tributarias de tejido croché,
angioplastias
y bypasses,
amalgamados entre ateromas de hamburguesa
y los polvos talco de mis abusos
encalando sus paredes,
y mi corazón,
ese cajón de sastre
de traiciones y malentendidos
y una sucesión de remiendos cardiacos
desde los veinte años
hasta hoy
Mi corazón customizado,
una de las joyas
que herede de mi padre,
las otras
fueron el ser alcohólico
y putero
Me dejo caer en una secuencia automatizada
con un: ¡no puede ser!
precedido de un: ¡lo siento!
Mas no puedo pensar,
le diría,
me digo
un: ¡no te apures!
pero sólo me sale un rebuzno
entre edema de glotis
y bronquitis asmática
exacerbada
Como timonel de bajura,
cortador de hielo,
y parado en puerto,
este que rebuzna su lamento
es conocedor
de que los espejismos del dolor
ayudan a no sucumbir
al delirio de las voces,
esas que azuzan
y nos empujan
al regazo de sirenas sorbe almas,
en un eterno sin vivir
de esas horas huecas
empapadas en alcohol,
el humo de María
y más alcohol
ahogando unos recuerdos de esplendor,
que resbalan por el sumidero de estribor
y se pierden en el mar
como morralla,
alimento de peces desdentados
y cangrejos ciegos
Flashes de recuerdos sordos
nunca pronunciados
Anclajes de realidad
en un caos sin nombre,
y esa tensión compartida
que no dice nada
y lo dice todo
Tiempos,
mi amigo,
en los que la felicidad del destierro
revivía el deseo
de amores embarrancados,
mientras yo me pudría
con los lamentos
de un adolescente encarcelado
en sus mortificados tópicos
de ser un semidiós,
mientras,
carcomido por gusanos come carne
en esa cárcel olvidada
que todos llevamos dentro,
entre el esternón y el espinazo de nuestros ancestros,
se me escapaba el tiempo
Susurros
y un golpe de realidad
que rompe un momento consternado,
obnubilado,
y un despertar
con un sentido abrazo,
y ese ultimo: ¡lo siento!
Pitido infinito
que atraviesa sienes
y rompe corazones deshechos
Línea de olvido que corta el tiempo
y un: ¡ostia, ostia!
acompasando unos sollozos
y un: ¡puta mierda de vida!
y recuerdos
y lamentos
y más recuerdos
y dolor en mi pecho
al leer al Chus en soledad
con esa última carta
tras el destierro
de una vida plena,
alcohol y juego,
abandono de mujer
tras una insoportable convivencia,
y de un hijo en barbecho
Contemplo ese último espejismo
de seguir viviendo del recuerdo
de aquellos nuestros gloriosos tiempos,
mientras me meo en la pernera del pantalón
del un arquitecto en paro
de cincuenta años
como yo,
que come de mi plato de sopa
en el hospicio de los sin techo,
mientras caigo de rodillas
olvidado de mis risas,
olvidado de un mundo frío
de eugenesia proclamada
de eutanasia enmascarada,
y esa opresión en mi pecho
que me dice que ya se acaba
una vida
de destierro
en mi propia tierra
mientras se oye al arquitecto
gritar: ¡aquí hay más carne para la sopa!
Mi letargo
termina en el puchero
de un tiempo apagado
en este frío especulativo
que deshumaniza
voluntades
(Dedicado a Dimitris Christulas, desde mis torpes artes)
Cuando las herencias nos asfixian, mejor las dejamos por un lado. Un fuerte y comprensible texto pensemos que siempre existe una salida.
ResponderEliminarSaludos Monthman
Aunque suene contradictorio de deseo un feliz fin de semana.
Hasta pronto.
Nadie es quien para negar los sentimientos y deseos del otro, aunque espero que alguien más cercano a ti pueda convencerte de que aún te quedan muchos espejismos en este desierto.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
El día que se me aparezca el Chus en un poema seré yo quien me haga mi propia angioplastía. Pero en el cráneo.
ResponderEliminarTienes riqueza en el lenguaje, amigo. Se me hace que eres doctor.
Abrazos.
Demasiado frío especulativo que deshumaniza voluntades! con tu permiso me quedo con esto, Soberbio! xD
ResponderEliminarBesos.
¿No crees que podemos reinventarnos? Me gustaría convencerte y convencerme y convencerlos y seguir luchando. Dices tantas cosas que necesito releerte y asimilar todo. Voy a seguir poniéndome al día con tus entradas, que no das tregua, tan prolífico.
ResponderEliminarUn abrazo