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sábado, 6 de octubre de 2012

Anticristo y otros descarriados


Se me cae la dentina de las pestañas
mientras sacudo el opio acumulado entre mis adoquines,
junto a unos íncubos y súcubos saltarines
que copulan en la sacristía
y en lo que fueron los confesionarios
de una iglesia desconsagrada,
iglesia reverenciada por los seguidores de un Anticristo,
ahora metamorfoseado

Un Anticristo almidonado,

almidonado y sin dientes,
sodomizado noche tras noche,
postrado a cuatro patas y babeando en el cáliz de sus pecados
mientras se le imputan todos los males del mundo,
todos los males pasados,
presentes y futuros,
todos los males callados,
y los gritados en los nueve infiernos
por ser el cabeza de turco de los venerados,
de los apostados en las peanas,
a los que se les ofrendan las flores,
a los que se les encienden las velas
en las liturgias subvencionadas
y avaladas con la usurpación de bienes comunes,
ejemplos inmorales
de una moralidad sesgada,
manipulada e instaurada,
por el poder oculto
que pretende controlar el mundo

Un Anticristo abandonado

al infortunio del estigma,
sin el amor de su mamita,
sin el calor de su papito,
sin caridad ni clemencia alguna,
porque él es el proscrito,
sin posibilidad de recurrir sentencias,
sin redención,
porque
esto es lo que hay por aquí,
porque funcionamos así,
a imagen y semejanza de nuestros constructos,
de nuestros vetustos imaginarios,
por dogma de dominación suprema,
identificados en cuerpo y el alma,
con esas dicotomías simplistas
que dividen la pluralidad del mundo
en el dentro o fuera,
en el blanco o negro,
en el bueno o malo,
hasta partirnos en dos




(Comentario modificado en respuesta a: "desdiente" en Sarco Lange)