Páginas

sábado, 29 de diciembre de 2012

Midriático descenso


Dirijo mi descentrado sentir
hacia un destino oscuro y anónimo,
días después del anunciado fin del mundo

Apostando por el impreciso limbo
del estar dentro o fuera del troquel,
emocionalmente,
personalmente,
superponiendo mi álter ego
al avatar de mi identidades dispersas

Arriesgando mi atávico desandar
con el funambulismo entre el perder o morir en el intento,
eligiendo siempre el canto mellado de esa moneda extraña,
que gira y gira
indecisa
entre su cara y su cruz

Contemplo desde una consolidada incerteza,
mi midriático descenso turbulento
decantándome hacia el valle de los párpados mojados,
inundado de sed y de sal,
proyectando penumbras fluctuantes
entre los posos de la purpúrea belladona

macerada en el fondo de mi cuenco

Con la apagada bruma de mis insensatos aspavientos
dirijo mis monólogos hacia el espejo,
un espejo sin reflejo

Perdido
cual abandonado infante entre el tumulto,
pretendiendo abrir su sombra al mundo,

muestro mis esbozos
con mis pocas artes,
los trazos de esa sombra oscura,
poco estandarizada,
quizás no esperada?

o quizás si?

Un simple descenso de tropiezos,
de nostalgias arrancadas,
de mitos caídos sobre contiendas pasadas

de un desaprender
que cristaliza entre un volver a andar
y un darlo todo por perdido

Bloqueado por una estupefacción
que algunos hemoglobinan sin tregua,
algunos otros en suicidio
y otros
en esa divagación instintiva

que les lleva a huir,
física o mentalmente,
a huir de ese pasado presente
incinerado para siempre

Pero algunos otros,
implosionamos hacia nuestro centro
desde el sarcasmo taciturno
que fermenta en nuestras noches de insomnio,
entre el humo blanco que discurre por el techo,
hasta llegar a la introspección
mirando la carta de ajuste,
sopesando las alternativas al programa
que nos decora la sesera
y da sentido a nuestro hacer

Permíteme,
mi amigo,
mi compañero casual,

mi amado poeta,
decir lo que me venga en gana,
lo que me salga del pedúnculo de mi sarna,
porque no hay mañana sin presente
y yo me reconstruyo ahora,
desde mi imprecisión,
desde mis inconsistencias descosidas,
desde ese querer y no poder
que no me importa nada,
porque nunca pretendí nada más
que poder eructar mis indigestiones,
para seguir vivo
un día más