embelesado por la belleza de tus pies descalzos,
dibujo bucles con mis dedos fríos y estirados
en la arena de tus despidos procedentes,
mientras observo absorto y desdibujado cenitalmente
esa mirada enamorada de mis miserias,
aturdido por el océano negro de unos ojos
marchitos de tanto amar estos despojos,
que ahora trémulos intentan amortajar tu cuerpo,
decrépitos y grotescamente consternados
por el dolor que rompe un corazón ya seco
en este tiempo de reencuentro
a las orillas del río Aquerón
Transitando hacia el Hades,
ahora eternos,
siempre enamorados,
navegan abrazados
dos corazones
separados
por los despidos
del tiempo